Mariana y Sebastián eran una especie de pareja, aunque ningúno de los dos lo creyera. Y no lo creían porque no se deseaban; por el contrario, se sabían próximos. El deseo es, siempre, en realación a la distancia. El deseo es nada más -y nada menos- que la fuerza que nos impulsa a aniquilar esa distancia.
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